Armario Renacentista

Eva Guadarrama. Licenciada en Historia del Arte. Conservadora y Restauradora de Mobiliario Antiguo. • jul 19, 2020

Y seguimos con la serie de post dedicados a la trayectoria de Restaurata y el taller de restauración en estos últimos años. En esta ocasión os hablo del laborioso proyecto de restauración de una magnífica pieza, que llevó meses de dedicación. Se trata de un armario de finales del s.XVI de origen italiano realizado en madera de roble, que llegó al taller bastante deteriorado. Aunque a simple vista no parecía estar en tan mal estado, tan sólo hizo falta trasladarlo para darnos cuenta de que se caía a pedazos. Literalmente.

Es un mueble de dimensiones considerables, con estructura marcadamente arquitectónica, de dos cuerpos, como era común en la época en que fue fabricado: Renacimiento tardío. Cada uno de los cuerpos se abre con dos puertas profusamente decoradas mediante tallas que representan motivos mitológicos (sup.) y cortesanos (infer.). Probablemente las puertas inferiores fueran fabricadas posteriormente por otras manos menos virtuosas, ya que la talla más plana y la diferente temática así lo sugieren. Aparte de eso hay varios elementos que fueron repuestos posteriormente en otras maderas.

Como curiosidad histórica añadir que esta tipología de mueble sufre una importante evolución en el s.XVII: los dos cuerpos del armario renacentista se funden en uno, resultando de ello el clásico armario con dos grandes puertas que hoy todos estamos habituados a ver. Y a continuación os muestro las fotos de los pasos fundamentales de este proceso de restauración. Como ha sido un proceso muy largo, he tenido que hacer buena criba de imágenes, pero creo que aún así os podréis hacer idea de lo laborioso del trabajo.

Este es el estado en que se encontraba el armario cuando se me encomendó su restauración. 
Comenzamos pues desmontando las puertas para proceder a limpiarlas y ajustarlas, ya que con el tiempo las tablas con las que estaban fabricadas se habían ido separando. Éstas estaban unidas al mueble mediante unas curiosas bisagras de hierro en "l".  
 Como veis el sistema de abisagrado estaba fijado por unos grandes clavos fabricados a mano.
El proceso de limpieza se llevó a cabo con lanilla de acero y decapante líquido, por ser el método menos agresivo para la madera y la conservación de su valiosa pátina. En las imágenes vemos varias fases del proceso de diferentes puertas.
Una vez las puertas estuvieron limpias, se analizó la estructura del armario y las necesidades que tendría. Aunque en un principio creí que íbamos a poder salvar más piezas, la realidad fue que hubo que rehacer practicamente el esqueleto del mueble debido a que las maderas que lo componían estaban prácticamente desechas (xilófagos, humedad, clavos en contacto con la madera y su consiguiente pudrición...). 

Otro de los factores que contribuyeron a empeorar el estado del armario fueron los "arreglos" que se le practicaron a lo largo de los siglos para ir corrigiendo los efectos que el tiempo había producido en él y que lejos de frenar su deterioro, lo incrementaron: superposición de tablones para cubrir zonas con desperfectos con el consiguiente aumento de peso; mutilación de las patas, con lo que el peso del armario descansó por completo sobre los zócalos, que debido al anteriormente mencionado incremento de peso terminaron rompiéndose; y todo esto revirtió en tensiones en el resto de la maderas que terminaron rajándose en las zonas más debilitadas. Resultado: un mueble totalmente descuadrado que iba inclinándose peligrosamente cual torre de Pisa. 

El armario estaba fabricado de la siguiente manera: una estructura ensablada a modo de dos cajones rectangularesnque iban recubiertos con los elementos decorativos a la manera clasica: friso, metopas, cornisa, cuarterones, embellecedores...

Por suerte se pudieron salvar todos estos elementos decorativos, que al fin y al cabo son los que conforman la imagen del mueble, excepto tres cuarterones muy deteriorados y sin talla. 

Pero con la estructura hubo que tomar una decisión más drástica en pos a preservarlo de cara al futuro: fabricarle nuevamente su esqueleto y así devolverle la estabilidad y robustez.

Aquí vemos imágenes del estado en el que estaba dicha estructura (tanto la superior como la inferior), a la que ya se le habían quitado las traseras (irrecuperables e incompletas) y dos tramos de baldas y de los pasos seguidos para desarmarla.
El siguiente paso fue limpiar y desinsectar las piezas que se iban a conservar. 

Antes de desmontar el armazón se tomaron las medidas para sacar las piezas que habría que sustuir (travesaños y traseras) y que fueron realizadas de igual forma que las antiguas: ensablaje de caja y espiga. Este paso era muy importante y delicado pues había que insertar piezas antiguas (cuarterones y varias piezas que se conservaron de la estructura original) en la nueva estructura. Aparte de eso el armario debía mantener la proporción original y las puertas debían cuadrar.

Las siguientes imágenes muestran el proceso de armado y encajado de la estructura superior e inferior del armario.
Una vez el mueble estuvo armado y se comprobó que las puertas encajaban, se fabricaron las baldas (sólo pudimos conservar las inferiores); se tiñó para igualar las lagunas de color y las reposiciones; y se procedió al dar el acabado, que en este caso fue a la encaústica o a la cera, ya que era el acabado que se aplicaba en la época a la que pertenece el armario.
Éste ha sido el resultado. A pesar de las inevitables sustituciones que se han tenido que llevar a cabo, la imagen original del mueble no se ha visto alterada en absoluto. Sin embargo hemos garantizado la supervivencia del mueble..., ¡esperemos que otros cuantos siglos más!
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